miércoles, 31 de diciembre de 2014

Año Nuevo

Despido al año viejo y saludo al que llega, y sobre todo con alegría y con esperanza. Porque miles de deseos quedan por cumplirse y esperemos que otros tantos momentos felices se nos crucen por el camino, que como decimos en Galicia, maloserá, digo yo, que nos logremos ser felices, que 365 días son muchas horas, minutos y segundos, así que lo que hace falta no es tiempo, sino optimismo, y si algo he aprendido es que para alcanzar la felicidad los primeros que debemos buscarla somos nosotros mismos y sin depender de alguien que nos libre del oscuro abismo de la tristeza.

Así que mi deseo para este Blog para este año que está casi llamando a la puerta es que sea muy provechoso, y sobre todo le pido tesón y paciencia -y de paso algo de inspiración-, todo ello de vital importancia para mí para poder escribir más y mejor de lo que he hecho este año y que esto repercuta en vosotros, para que podáis disfruta leyéndome al igual que yo disfruto escribiendo para vosotros.

En definitiva, ¡que un próspero y venturoso año 2015 para todos vosotros, Libromaníacos!

Así que nos vemos el año que viene.




















sábado, 18 de octubre de 2014

El sufrimiento como tradición

Hola, Libromaníacos. Me temo que parece que esto se está abandonando... Siento mucho olvidarme tanto del Blog, aunque quiero dejar constancia de que prácticamente no hay día que no sienta lástima por dejar de escribir aquí con lo mucho que me gusta.
Después de todo el revuelo levantado por el tema del Toro de la Vega que se celebra en Tordesillas anualmente, y un poco tarde quizás, os dejo aquí una pequeña reflexión sobre el tema de la tradición de los toros en España y mi parecer sobre la actitud de los españoles con respecto a ésta.
Sin más dilación, espero que os guste y que no olvidéis que es un placer recibir vuestra propia opinión mediante los comentarios y el e-mail del Blog a vuestra disposición.

Cada año, los habitantes de la localidad vallisoletana de Tordesillas se reúnen para disfrutar de un espectáculo en el que entre todos acorralan y golpean a un toro para martirizarlo y regozijarse de su dolor hasta, finalmente, darle muerte.
El Toro de la Vega, como denominan este fenómeno a nivel nacional, suscita gran polémica entre los fervientes defensores de esta tradición y sus detractores, que más allá de referirse al Toro de la Vega como una tradición, lo califican de matanza y dan a entender que los tordesillanos, lejos de enorgullecerse de dicho festejo, deberían avergonzarse de acoger en su localidad semejante tortura.














Y dado que todo pueblo que somete a grandes sufrimientos a seres sin capacidad de razonar o defenderse como un humano, no es sino un pueblo atrasado e irrespetuoso, me veo en la obligación de manifestar mi absoluto desencanto y disconformidad con la celebración anteriormente citada y, ya de paso, con el “arte taurino” en general.
Me refiero al resto de festejos taurinos que tanto furor provocan en nuestro país y que desde allá atrás, en tiempos en los que quizás tuviera más sentido que un puñado de bárbaros con lanzas acorralase a un animal incocente, siguen vijentes a día de hoy.

No es de extrañar que un pueblo que considera parte de su patrimonio arremeter sin piedad contra un animal por puro morbo escabroso, haga lo propio con aquéllos que intentan parar esta situación.
Prueba de ello son las palizas propinadas a los defensores de los animales en manifestaciones pacíficas, durante la Semana de Bous de Algemesí, en la Comunidad Valenciana, festejo en el cual hasta los más jóvenes e inexpertos pueden tener su minuto de gloria participando en la muerte de becerros a base de atizarlos con toda clase de objetos hirientes.

Es entonces cuando uno cae en la cuenta de que es curioso que precisamente en un país en el que con tanto ardor se defiende la religiosidad y los valores católicos, así como el derecho a la vida, se dé tal lección de hipocresía al regocijarse de la muerte de un ser que siente el dolor como cualquier humano, ya sea el verdugo un tosco jinete armado con lanza o un presunto artista con traje de luces y aires de grandeza, porque lo que queda claro es que, cuando el dolor y la vejación de un ser maltratado sin moral ni miramientos, y todavía más cuando de una ejecución multitudinaria se pretende inventar de ello una longeva tradición, todos, ya seamos partícipes o cómplices, somos el verdugo.

Libromaníaca.





domingo, 17 de agosto de 2014

La mujer de Windermere

El tiempo pasa demasiado rápido.
No me termino de creer que este verano ya esté tocando su fin, y lo mismo ocurre año tras año.
Por eso quizás me resulta tan increíble haber rescatado este inicio de novela de alguna carpeta remota de mi casa, porque precisamente el tiempo fue el principal causante del abandono de la misma. Ya sabéis: los estudios, el estrés, la inseguridad, en ocasiones la vagancia, la desidia... Todos ellos ingredientes indispensables para hacer de un entretenimiento pasajero una tarea eterna. 
Exactamente un año atrás, en agosto del 2013, inicié en un arrebato de inspiración (averiguaréis pronto cuál fue la fuente de la misma) esta novela que recuerdo haber escrito como simple diversión, pero ahora el recuerdo de los pocos ratos pasados escribiéndola, unido a algo parecido a la melancolía, parecen querer impulsarme a compartirla con alguien, ¿y quiénes mejor que mis Libromaníacos? 

Pensando que este sitio nació con el propósito de compartir con todo el mundo lo que escribo, y que inevitablemente una a veces se desvía del tema y también es cierto que todo depende del estado de ánimo, por tanto una va dejando olvidado, como paradoja, lo que más le interesa, he decidido publicar esto.
A esto viene que hable como una anciana de lo rápido que pasa el tiempo...

Untitled | via Tumblr
Debo decir que esta historia fue escrita poco después de haber completado una especie de ciclo de las hermanas Brönte y, un estilo completamente distinto, Jane Austen. Así que cualquier semejanza en la trama o en los escenarios es, no alberguéis duda alguna, más que mera coincidencia. Me llena de nostalgia recordar los momentos en los que todo aquéllo que veía me hacían sentir un irreparable deseo de iniciar una nueva historia, y cómo sentía la necesidad de escribir también mi propia novela cuándo otra me atrapaba y emocionaba. 
Lo que a mí me sucedió con estas autoras fue que, simplemente, me enamoraron los ambientes que rodeaban sus novelas, los personajes que las protagonizaban... todo. Por eso quise basarme en ellas para hacer mi ínfima aportación a la novela gótica. Es posible, entonces, que os encontréis con estilos entremezclados, tonos satíricos en medio de una "profunda descripción psicológica" y demás aberraciones. Con algo de documentación, un estilo personal aunque con claras influencias y un poco de investigación sobre lugares y costumbres, empecé la historia.
 Yo sólo advierto (e intento asustaros): es un entretenimiento, un ejercicio de escritura, un entrenamiento que ni siquiera ha sido revisado con más ojo crítico que el de la tierna nostalgia. No seré la primera en deciros que no todo nos agrada a todos y que nada es perfecto. 

Y sin más dilación, os dejo con la primera entrega de un comienzo de novela gótica que espero que sea de vuestro agrado.

La mujer de Windermere

PRÓLOGO
Si bien muchos calificaban a la joven Miss Ainsworth de escéptica y terriblemente realista, nadie podría creer ahora mismo la historia que me dispongo a contar, quizás porque desde las primeras páginas de esta novela es notable lo distinto del carácter de Beatrice de lo que sus conocidos pudieran pensar. Y si alguien no cree poseer la suficiente imaginación como para ver a Miss Ainsworth como protagonista de esta historia, le aconsejaría por propia conveniencia que no continuase con el relato de lo sucedido, pues no verá en esto más que una mentira dividida en tres partes. Si también dudan de la capacidad de su hermana Rhoda, será mejor que tampoco inicien la lectura, porque posiblemente para ustedes sea complicado imaginarse a la menor de las Ainsworth como la heroína que demuestra ser aquí.

Pero no pienso proporcionarles más adelantos sobre la historia. De modo que, si realmente están interesados en conocerla, solo tienen que leer las siguientes páginas. Yo, por mi parte, proseguiré con la redacción.

PRIMERA PARTE
Miss Beatrice Ainsworth procedía de una familia de muy buena posición y con unas rentas más que elevadas, y esto, unido a su encantadora belleza y a su reconocida inteligencia, hacía de ella si no la más admirada, sí una de las más pretendidas de la zona.
Northallerton se hacía pequeño para el ansia de la familia Ainsworth por agrandar su círculo social, por lo que en numerosas ocasiones Mrs. Ainsworth se veía obligada a dirigirse a otros lugares de Yorkshire acompañada por sus cuatro hijos en aquellos momentos en los que su marido, por cuestiones de trabajo, se veía obligado a separarse de su hogar durante un largo período de tiempo.
Aunque le doliese hacerlo, Mrs. Ainsworth siempre permitía que sus hijos se trasladasen a lugares lejanos durante bastante tiempo, pues consideraba primordial darles la oportunidad de conocer a la mayor cantidad de personas de alta sociedad posibles.
El interés de Mrs. Ainsworth por la posición social de sus hijos, así como por sus respectivos círculos de amistades estaba claramente influenciado por la actual situación económica de la familia.
En primer lugar, el general Sir George Ainsworth pasaba fuera de la región tantos meses, que casi se podía decir que vivía más fuera que dentro de casa. Sin Sir George no les estaba permitido a los Ainsworth adquirir ningún bien por cuenta propia excepto lo estrictamente necesario, y esta medida tomó más fuerza en especial tras los despilfarros cometidos por George, el mayor de los hermanos, y, en consecuencia, el heredero de la fortuna.

Ante la chimenea, cuyos leños consumidos emanaban un olor hogareño e invernal, Mrs. Ainsworth se entretenía con sus labores de costura mientras el perro de la casa dormía a sus pies. No podía evitar refrotarse los ojos cada pocos minutos, pues a la escasa luz de la lumbre le era imposible realizar su labor sin que estos se le enrojecieran. Fuera, tras la amplia ventana, se entreveía una estrecha carretera donde convergían a su vez varios caminos. Esta, rodeada de valles, se extendía más allá de donde se alcanzaba a ver desde la ventana. Apoyada en el marco, con la mirada perdida y profundamente sumida en sus pensamientos, Beatrice escudriñaba el oscuro e inalcanzable horizonte tras los valles, justo en el punto en el que el sol había desaparecido tras las verdes colinas ahora teñidas del color de la ceniza. Unos últimos rayos de luz despuntaban desde más allá de las montañas y daban al muro de piedra que rodeaba el jardín un aspecto menos fantasmal de lo común. En esa época del año el campo aún no estaba cubierto de nieve, ni las cumbres estaban todavía teñidas de blanco. Fuera se respiraba un aire fresco y limpio, el ambiente estaba completamente alejado del bullicio y la muchedumbre de la gran ciudad, y en la lejanía, sobre el páramo, se divisaba una neblina gris y densa como una flor de algodón.
Una nueva presencia en la sala acabó por arruinar la apacible escena que se podía contemplar en la habitación.
Era muy alto, de constitución delgada pero fuerte, sin llegar a ser larguirucho. Su expresión mostraba impaciencia y felicidad en una conjunción perfecta del arqueado de sus cejas y el brillo de sus ojos.
Su rostro se caracterizaba por una frente despejada de quién no tiene demasiadas preocupaciones en su vida. Su tez era excesivamente blanca, y contrastaba con sus cabellos oscuros. En sus rasgos delicados tenía un parecido notable con su hermana Beatrice, que a su vez recordaba a su madre.
Barrett Ainsworth entró en la sala con sus fuertes pasos, que hacía crujir la madera más que los pasos de ningún otro habitante de la casa. Nadie pareció notar al visitante. El perro se removió en su sitio y, tras estirarse, se acercó a olisquear a aquel visitante que osaba interrumpir su descanso. Éste acarició su cabeza con ternura, y luego se acercó a donde se hallaba su madre, que lo apartó suavemente para que no se interpusiese entre la luz de la chimenea y ella.
-Madre-dijo Barrett con el tono propio de quien pretende hacer un anuncio-. No os vais a creer ni tú ni Beatie lo que os vengo a contar.
Después dirigió su mirada ansiosa hacia su hermana, que se la devolvió con fingida ansiedad, pero en realidad pensaba en el incordio que suponía siempre su hermano para ella. No había una voz que le diera tanta rabia, ni una presencia que la increpase más que las de su hermano, que parecía elegirla siempre a ella como predilecta en sus confidencias y hasta en sus comentarios más carentes de interés. Estaba segura de que, si estuviera sola en esos precisos momentos, Barrett empezaría a contar con excesivo detalle su noticia. Sin embargo, gracias a su madre, se vería obligado a acortarla, pues todos los habitantes de la casa mostraban su tendencia a evitarlo, excepto Beatrice, cuyo corazón, grande por naturaleza, le impedía desembarazarse de la constante presencia de su hermano.
-Y bien, Barrett-intervino la señora de la casa-, ¿de qué se trata esta vez?, ¿un nuevo potro para tu colección?, ¿o quizás…?
-No, mamá-interrumpió él-. Nada de eso. Se trata de la mansión de las Colinas Del Viento. Tiene nuevo dueño.
Esta noticia causó tal turbación a Mrs. Ainsworth que tuvo que dejar su labor y mirar a su hijo incrédula.
-¿Colinas del viento? ¿Quién? Eso es imposible… esa casa vale una fortuna… De modo que esa familia… Toma asiento, hijo; no te quedes ahí de pie. Por favor, siéntate aquí conmigo y cuéntame más.
Barrett obedeció a su madre, y el interés de la misma se acrecentaba a medida que relataba lo ocurrido.

-Esta mañana, cuando me acerqué a casa de Tom, todos parecían muy ajetreados. Al principio no le di importancia, porque ya conocéis la naturaleza inquieta de la familia Martin. Desde fuera, era todo un espectáculo el que ofrecía: toda la calle estaba llena de trabajadores y transeúntes aparentemente muy atareados, pues iban de arriba abajo cargando cosas o contando noticias a alguien que llegaba. Pero cuando entré en casa de Tom, me comentó que no soportaba lo nerviosa que se había puesto hoy toda la gente por culpa de esos nuevos vecinos. Después me siguió hablando acerca de lo insoportable que se le hacía su madre diciendo que enseguida deberían ir a conocer a la familia, pues no sé cómo, se habían enterado ya todos de que los que se instalaban eran una familia. Y yo le contesté a Tom que en nuestra casa nadie había mencionado nunca a los nuevos vecinos, por tanto debí suponer que nadie estaba informado, ¿o sí?, de modo que le pedí que me contara con todo detalle de quienes se trataba, ¡no es habitual tener nuevos vecinos por aquí!
>>Él me explicó que por lo que había escuchado a la señora Martin, se trataba de una familia de origen irlandés y el señor Morrison es un hombre de negocios de su importancia. No me informé mucho más, pero creo que el matrimonio tiene dos hijos, y de que la casa fue comprada al menos un par de meses atrás, pero prefirieron que no se extendiera el rumor de los nuevos vecinos hasta que se hubieron instalado debidamente. Y así ha sido hasta la tarde de ayer.
Mrs. Ainsworth había desviado su inquisitiva mirada desde su hijo hacia el fuego, que soltaba sus últimas llamas como un brote verde que se aferra a la vida en un árbol moribundo. Barrett se inclinó y avivó un poco el fuego. Mientras, su madre no apartó la mirada de las casi extintas llamas.
-Siempre es agradable conocer a nueva gente -comentó Beatrice, que había dejado de mirar por la ventana desde hacía un rato. Detrás de ella no se veía más que una corta extensión de hierba hasta la valla, y más allá tan solo se podía contemplar la negrura de la noche en los páramos-. Y dime, Barrett, ¿se lo has comentado ya a los demás?
-No, aún no… pensaba decírselo ahora mismo.
-Sí, será mejor que vayas. Estoy segura de que les interesará la noticia tanto o más que a mí.-y, tras este comentario, Barrett se apresuró a salir de la salita.
En cuanto se cerró la puerta, ambas volvieron a sus respectivos entretenimientos.


Libromaníaca

viernes, 27 de junio de 2014

Relatos incompletos - Historias sin finales ni principios, finales y principios sin historias

Y se quedó mirando de soslayo para que nadie notara la humedad de sus ojos, cómo dejaba atrás el puerto el enorme buque que no regresaría jamás.

jueves, 3 de abril de 2014

El curioso incidente del perro a medianoche

ADVERTENCIA: LA RESEÑA CONTIENE SPOILERS
 



RESEÑA

Christopher tiene quince años y una inteligencia que se escapa de lo convencional.
Sería un niño afortunado si no sufriera un síndrome que afecta a su visión del mundo y altera su capacidad de relacionarse con el resto de las personas.

"[...] No me gustan las novelas propiamente dichas porque son mentiras sobre cosas que no han ocurrido, y me hacen sentir débil y asustado.
Por eso todo lo que he escrito en este libro es verdad."

Un día, o mejor dicho, una noche, pasados siete minutos exactos de las doce (de ahí el título), Christopher encuentra, en uno de sus paseos nocturnos por su calle, a Wellington, el perro de la señora Shears, cubierto de sangre y atravesado por una horca.
Eso lo lleva a intentar descubrir por todos los medios quién lo asesinó y por qué lo hizo, volcándose así en un labor de investigación claramente influenciado por Sherlock Holmes, el afamado detective de novela convertido en mito gracias a su capacidad de desconexión del resto del mundo para centrarse en la resolución de un caso, así como su minucioso análisis de los hechos. Eso es lo que Christopher admira porque, al fin y al cabo, es lo que más le interesa del mundo, y está ligado en gran medida a las matemáticas: en análisis y la resolución de problemas.
Su obstinación acaba por hacerle descubrir más de lo que pretendía, como por ejemplo, que su madre, a la que creía muerta desde hacía años, en realidad estaba viva y residía en Londres.
Esta y otras sorpresas cambiarán definitivamente su vida y, quizás, conocer al fin al asesino de Wellington.

OPINIÓN PERSONAL

"El curioso incidente del perro a medianoche" es una novela llena de verdades.
Lo asombroso es la forma de contar las más crudas realidades de la manera más diáfana e inocente, y también lo complicado de convivir con una persona con Asperger, así como conocer la -para nosotros tan extraña y lejana- naturaleza de sus pensamientos más profundos.
También está llena de sorpresas. Por ejemplo me sorprendió enormemente la iniciativa y la capacidad de Christopher para el viaje a Londres, suponiendo esta un total desbarajuste de sus esquemas y de rutina.
Me parece, en definitiva, una obra sorprendente. Esa es la palabra. Sorprendente por la manera de narrar (en primera persona), por la crudeza de todas las situaciones, por la incomprensión por parte de ambos bandos y, en general, por las dificultades que supone una discapacidad mental, tanto para el individuo que la sufre como para los de su alrededor.
Trata un tema crucial para nuestra sociedad, y por eso creo que su lectura es indispensable. Eso sí, para todos aquellos lectores que disfrutan poniéndose en la piel de los personajes, es un requisito obligado la paciencia.


Datos:
Título: El curioso incidente del perro a medianoche
Autor: Mark Haddon
Editorial: Salamandra
Clasificación: Intriga
Calificación: 5/5


 

jueves, 26 de diciembre de 2013

El talento de Mr. Ripley


Fotograma de la adaptación cinematográfica con Jude Law como Dickie y Matt Damon como Tom Ripley.
 
RESEÑA
"Estaba convencido de que el talento ya lo tenía, y lo único que le hacía falta era encontrar un empresario dispuesto a presenciar alguno de sus monólogos satíricos, pero bastaron tres fracasos para dar al traste con su valor y sus esperanzas."
Tom Ripley es un joven inseguro, consciente de que en la vida la suerte nunca estuvo de su parte. De que incluso intentando hacerse a sí mismo y esforzándose por demostrar al mundo que realmente valía, jamás nada ni nadie le facilitó las cosas.
Amargado por sus propios esfuerzos fallidos y decidido a hacer frente a su mala suerte, recurre a emplear sus dotes como actor para estafar como medio de supervivencia.
Y su situación no varía hasta que una noche habla con el señor Greenleaf, padre de un conocido suyo que le requiere para un asunto urgente que concierne a su hijo, Dickie, que vive en Italia.
El señor Greenleaf, que cree que Tom y Dickie son amigos íntimos, quiere que viaje a Italia a gastos pagos y lo convenza para que regrese a Nueva York y deje su despreocupada vida en Europa para hacerse cargo de la empresa de su padre.
Tom acaba por aceptar el encargo, y se dirige al pequeño pueblo de Mongibello donde reside Dickie.
Allí descubre que su amigo goza de una vida relajada y alejada de la tensión, el ajetreo y la preocupación propias de la gran ciudad. Vive en una preciosa casa con unas vistas maravillosas dejándose llevar por el placer de una vida desahogada e incluso haciendo sus pinitos como artista. La única persona extranjera como él es Marge, una británica que también se quedó prendada de la belleza y armonía de aquellos parajes y es escritora por las mañanas y una divertida joven retirada del mundo el resto del día.
Aunque el señor Greenleaf lo había enviado por poco tiempo, Tom termina por decidir que convencerá a Dickie en pocos días y después viajará a su gusto por Europa hasta que se le acabe el dinero que tenía en su poder. Pero cambia de opinión cuando Dickie parece coger más confianza con él y le ofrece pasar con él una temporada, viajando, asistiendo a fiestas y celebraciones e instalándose en su casa por algún tiempo.
La única que no parece conforme con el plan es Marge, que está secretamente enamorada de Dickie y su último deseo sería quedar relegada por un amigo americano que del que nunca había tenido conociemiento y que había llegado por sorpresa.

Con el tiempo, Dickie se aburre de Tom. Sentirse un estorbo es lo que más odia Ripley sobre cualquier otra cosa en el mundo. Por eso empieza a sentir animadversión hacia su amigo y se percata de la vida tan sencilla y despreocupada de la que había disfrutado Dickie Greenleaf. Resulta notable su parecido físico, pero en cuanto al resto son muy distintos. ¿Acaso no tenía Tom derecho a una vida igual de despreocupada y tranquila? ¿Acaso no se la merecía después de toda una vida de vigoroso esfuerzo por salir adelante?
 En un viaje de los dos en solitario, Tom y Dickie alquilan una barca en San Remo. Es entonces cuando Tom toma una drástica decisión que será el comienzo de su nueva vida y lo condicionará hasta el fin de sus días.

Al fin y al cabo, siempre había sabido que tenía un talento, un talento oculto que solo él conocía y que le permitía hacerse pasar por otras personas. Conocer su psicología, ahondar en sus sentimientos y comprender su manera de pensar. Todo esto le ayudaba a hacer de otra persona. ¿Por qué quería ser un actor si iba a tener que actuar de forma continuada el resto de su vida?

"Odiaba tener que convertirse de nuevo en Thomas Ripley, un don nadie, odiaba volver a sus viejos hábitos, a experimentar otra vez la sensación de que la gente le despreciaba y le encontraba aburrido a menos que hiciera algo especial para divertir a los demás, como un payaso, sintiéndose incompetente e incapaz de hacer algo que no fuese divertir a la gente durante unos minutos. Odiaba volver a su auténtica personalidad del mismo modo que hubiese odiado tener que ponerse un traje viejo, manchado y sin planchar, un traje que ni cuando era nuevo valía nada."
 
OPINIÓN PERSONAL

Es increíble ver cómo pueden jugar con nuestra mente. No me refiero al personaje del frío, inmoral  y calculador Mr. Ripley, si no al libro en general. ¿O acaso alguien que lo haya leído no ha sentido lástima por el protagonista o no ha deseado que se salvara a pesar de las atrocidades cometidas?
Sin duda hay algo que nos hace sentir lo mismo que Tom Ripley, si bien sabemos que no es lo correcto. Podemos llegar a comprender sus sentimientos, igual que él hace con las víctimas de sus estafas y engaños. Quizás sea que también a nosotros, los lectores, nos haya conseguido engañar.
Creo que esta pasa, sin duda, a formar parte de mi lista de libros preferidos.
 
 


Datos
Título: El talento de Mr. RipleyAutora: Patricia Highsmith
Editorial: Anagrama
Clasificación: Novela negra, policíaca.
Calificación: 5/5






Libromaníaca.
 
 

domingo, 22 de diciembre de 2013

¡Feliz Navidad, Libromaníacos!

Hola, Libromaníacos.
Quiero desearos a todos una muy feliz Navidad y un próspero Año Nuevo durante el cual podáis cumplir vuestros sueños.
Quizás hoy deba decir esto más que nunca, ya que es el día de la Lotería... ¡Así que también mucha suerte a todos los participantes del sorteo!

Untitled























Y por último, quisiera dejar constancia de que estoy deseando aprovechar estas vacaciones para publicar. Os debo muchas entradas, y tengo claro que no hay excusa que valga. ¡Me temo que ya las he gastado todas!

Lo dicho; una feliz Navidad y un próspero Año Nuevo a todos.


Libromaníaca.