Idiotas. Pensaban que podrían conmigo, pensaban que eran más fuertes, pensaban que yo no tenía nada que hacer, hasta yo lo pensaba.
Creía estar en una espiral de abatimiento y sometimiento de la que no podía salir, pero no era así. Los débiles eran ellos, porque no se planteaban la posibilidad de perder. Pero era yo la fuete, fuerte de alma, fuerte de todo.
Así que decidí no dejar que sus idioteces, pues los idiotas solo dicen idioteces, y se dieron cuenta de que yo era irascible, y ellos un puñado de idiotas.
Libromaníaca.
1 comentario:
No entiendo esa furia. Añoro las reseñas puramente literarias.
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