sábado, 6 de agosto de 2011

Diario de Ana Frank


   RESEÑA Y OPINIÓN PERSONAL

El día 15/0711, en Amsterdam, escribí en mi diario de viaje:
"Mi parte preferida del día sería, si me permites, la visita a la casa de Ana Frank.
Estoy leyendo el diario de Ana Frank y me parece tan hermoso y al mismo tiempo tan triste...
Creo que dentro de cada persona, cada uno de nosotros, debería haber una Ana Frank, una persona que, lo creais o no, puede cambiar la historia, y es probable que, gracias a esto, todos logremos mejorar el mundo y que nunca vuelva pasar un holocausto como aquel."
De todos los libros que leí en mi vida, ninguno me conmocionó y emocionó tanto cómo este.
En 1942, Ana recibe un diario por su cumpleaños. A partir de ahí comienza a contar que empiezan a privar a los judíos de todos los derechos que deberían tener.
Cómo consecuencia de que empiecen a llevar a judíos a campos de concentración, de la penuria y el hambre para el pueblo judío, la familia Frank decide refugiarse en la casa trasera de las oficinas donde trabaja  su padre, "Opekta", una empresa distribuidora y fabricante de mermeladas.
Piensan que sería oportuno esconder a otra familia, la familia Van Pels (chamada Van Daan en su diario).

Ana Frank, 1942
Es difícil llevar una vida de escondida, en la que se imponen normas estrictas como no hacer ruido durante todo el día, utilizar lo mínimo posible el retrete, colocar paneles oscurecedores en las ventanas o no abrirlas nunca, no encender la luz durante el día y aforrar la comida lo máximo posible. Y estas normas son aún peores sabiendo que hay personas que trabajan abajo, aunque contasen con la ayuda de Bep, Miep, Kugler, Kleiman o el señor Voijskul.

Los escondidos, posteriormente, optan por brindar la oportunidad de refugiarse con ellos a otro judío, el dentista Dussel, un auténtico finolis, don perfecto y experto en corregir a los demás sin darse cuenta de sus propios defectos, empezando por ir al baño cada hora y estar treinta minutos o recibir comida del exterior ocultándola, entre otros muchos defectos.
Ana se irá dando cuenta de que desde que se tuvieron que esconder reflexiona más sobre su anterior y actual vida, y de que antes, según ella misma escribe en su diario, era superficial y no se paraba a pensar en su propia vida.
Cómo no tiene amigas ni a nadie a quien contarle  su vida, pensamientos y experiencias diarias, decide llamar a su diario "Kitty", convirtiéndolo en su única y mejor amiga.
Poco tiempo después de estar escondida, comienza a sentirse sola y sin que nadie la comprenda, así que busca a alguien con quien hablar, y elige al callado y solitario  Peter Van Daan, el único hijo de la familia Van Daan.
En el encuentra el relleno que hacía falta para  su vacío, y será con él con el que hablará cada noche en el desván, su rincón favorito de la casa, donde escribe el diario, cavila con tranquilidad,, respira aire puro y mira por la ventana el mundo exterior que hay ahí fuera, pero que cada vez da más miedo...


Sábado, 20 de junio de 1942:


 Para alguien como yo es una sensación muy extraña escribir un diario. No sólo porque nunca he escrito, sino porque me da la impresión de que más tarde ni a mí ni a ninguna otra persona le interesarán las confidencias de una colegiala de trece años. Pero eso en realidad da igual, tengo ganas de escribir y mucho más aún de desahogarme y sacarme de una vez unas cuantas espinas. «El papel es más paciente que los hombres.» Me acordé de esta frase uno de esos días medio melancólicos en que estaba sentada con la cabeza apoyada entre las manos, aburrida y desganada, sin saber si salir o quedarme en casa, y finalmente me puse a cavilar sin moverme de donde estaba. Sí, es cierto, el papel es paciente, pero como no tengo intención de enseñarle nunca a nadie este cuaderno de tapas duras llamado pomposamente «diario», a no ser que alguna vez en mi vida tenga un amigo o una amiga que se convierta en el amigo o la amiga «del alma», lo más probable es que a nadie le interese. He llegado al punto donde nace toda esta idea de escribir un diario: no tengo ninguna amiga. Para ser más clara tendré que añadir una explicación, porque nadie entenderá cómo una chica de trece años puede estar sola en el mundo. Es que tampoco es tan así: tengo unos padres muy buenos y una hermana de dieciséis, y tengo como treinta amigas en total, entre buenas y menos buenas. Tengo un montón de admiradores que tratan de que nuestras miradas se crucen o que, cuando no hay otra posibilidad, intentan mirarme durante la clase a través de un espejito roto. Tengo a mis parientes, a mis tías, que son muy buenas, y un buen hogar. Al parecer no me falta nada, salvo la amiga del alma. Con las chicas que conozco lo único que puedo hacer es divertirme y pasarlo bien. Nunca hablamos de otras cosas que no sean las cotidianas, nunca llegamos a hablar de cosas íntimas. Y ahí está justamente el quid de la cuestión. Tal vez la falta de confidencialidad sea culpa mía, el asunto es que las cosas son como son y lamentablemente no se pueden cambiar. De ahí este diario. Para realzar todavía más en mi fantasía la idea de la amiga tan anhelada, no quisiera apuntar en este diario los hechos sin más, como hace todo el mundo, sino que haré que el propio diario sea esa amiga, y esa amiga se llamará Kitty. ¡Mi historia! (¡Cómo podría ser tan tonta de olvidármela!) Como nadie entendería nada de lo que fuera a contarle a Kitty si lo hiciera así, sin ninguna introducción, tendré que relatar brevemente la historia de mi vida, por poco que me plazca hacerlo. Mi padre, el más bueno de todos los padres que he conocido en mi vida, no se casó hasta los treinta y seis años con mi madre, que tenía veinticinco. Mi hermana Margot nació en 1926 en Alemania, en Francfort del Meno. El 12 de junio de 1929 le seguí yo. Viví en Francfort hasta los cuatro años. Como somos judíos «de pura cepa», mi padre se vino a Holanda en 1933, donde fue nombrado director de Opekta, una compañía holandesa de preparación de mermeladas. Mi madre, Edith Holländer, también vino a Holanda en septiembre, y Margot y yo fuimos a Aquisgrán, donde vivía mi abuela. Margot vino a Holanda en diciembre y yo en febrero, cuando me pusieron encima de la mesa como regalo de cumpleaños para Margot. Pronto empecé a ir al jardín de infancia del colegio Montessori, y allí estuve hasta cumplir los seis años. Luego pasé al primer curso de la escuela primaria. En sexto tuve a la señora Kuperus, la directora. Nos emocionamos mucho al despedirnos a fin de curso y lloramos las dos, porque yo había sido admitida en el liceo judío, al que también iba Margot. Nuestras vidas transcurrían con cierta agitación, ya que el resto de la familia que se había quedado en Alemania seguía siendo víctima de las medidas antijudías decretadas por Hitler. Tras los pogromos de 1938, mis dos tíos maternos huyeron y llegaron sanos y salvos a Norteamérica; mi pobre abuela, que ya tenía setenta y tres años, se vino a vivir con nosotros. Después de mayo de 1940, los buenos tiempos quedaron definitivamente atrás: primero la guerra, luego la capitulación, la invasión alemana, y así comenzaron las desgracias para nosotros los judíosLas medidas antijudías se sucedieron rápidamente y se nos privó de muchas libertades. Los judíos deben llevar una estrella de David; deben entregar sus bicicletas; no les está permitido viajar en tranvía; no les está permitido viajar en coche, tampoco en coches particulares; los judíos sólo pueden hacer la compra desde las tres hasta las cinco de la tarde; sólo pueden ir a una peluquería judía; no pueden salir a la calle desde las ocho de la noche hasta las seis de la madrugada; no les está permitida la entrada en los teatros, cines y otros lugares de esparcimiento público; no les está permitida la entrada en las piscinas ni en las pistas de tenis, de hockey ni de ningún otro deporte; no les está permitido practicar remo; no les está permitido practicar ningún deporte en público; no les está permitido estar sentados en sus jardines después de las ocho de la noche, tampoco en los jardines de sus amigos; los judíos no pueden entrar en casa de cristianos; tienen que ir a colegios judíos, y otras cosas por el estilo. Así transcurrían nuestros días: que si esto no lo podíamos hacer, que si lo otro tampoco. Jacques siempre me dice: «Ya no me atrevo a hacer nada, porque tengo miedo de que esté prohibido.»


Diario de Ana Frank.


El día 4 de agosto de 1944, soldados alemanes de la SD acceden a las oficinas de "Opekta" y descubren el escondite detrás de la estantería que en realidad era una puerta y conduce a la Casa de Atrás,  se llevan a los ocho escondidos detenidos, y apresaron a varias de las personas que los mantenían.
Los escondidos fueron llevados a las cárceles de Amsterdam y, posteriormente, a distintos campos de concentración.

O Diario de Ana Frank. Na casa-museo de Ana Frank,
 en Amsterdam pódese ver unha réplica exacta.
El único de los escondidos que se salva es Otto Frank, que se dedicará el resto de  su vida a la publicación del diario de Ana, que (algo que me fascinó, cómo yo, y hasta comprendía muchas cosas de sus sentimientos o vida diaria, entendía) soñaba con ser escritora, y en un futuro, después de la guerra, querría publicar un libro titulado "La casa de atrás", baseándose en las anotaciones de su diario.
Ana, Margot (su hermana mayor) y su madre son enviadas al campo de concentración de Auschwitz, el más duro y famoso de todos, donde su madre fallece por inanición.
Posteriormente, serán llevadas al campo de concentración de Bergen-Belsen, donde en marzo de 1945, cómo consecuencia de la "anti-higiene" comienza a propagarse el tifus, que cuesta la vida a Margot junto a miles de judíos, y poco después, la de Ana. 
Hermann van Pels muere en la cámara de gas, Auguste van Pels es empujada a las vías de un tren durante un traslado, Peter Van Pels muere en un campo de concentración  tres días antes de la Liberación, y el resto de escondidos muere por enferemedad o desnutrición, menos Otto Frank.




Datos:
Título: Diario de Ana Frank
Autor(a): Ana Frank
Editorial: Debolsillo.
Calificación: *****.5/5.


2 comentarios:

Gisel dijo...

¡Hola Libromaníaca! ¿como estás? Y 'wow! realmente este libro es precioso, aunque muy triste :(, ¡Gracias por la reseña! Pero una pregunta ¿que paso con Peter Van Daan? Bueno, te cuidas muchísimo, y adiós.

Libromaníaca dijo...

Es una historia real que una niña relata mediante su diario.
De Peter Van Daan solo sé que murió en un campo de concentración tres días antes de la Liberación.
Tardé mucho en leerla y me fijé en cada palabra que escribía, porque me parece maravilloso y me siento familiarizada con Ana Frank :)
Un saludo: Libromaníaca.