jueves, 23 de junio de 2011

Nuevo relato para el concurso - La consentida

Título: La consentida.
Autora: Déborah F. Muñoz.

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La niña nació en el seno de una rica familia sureña, donde recibió una esmerada
educación y todo tipo de mimos hasta que llegó la edad de ir al colegio de señoritas.
En el colegio, se las arregló para ser la preferida de las profesoras y para que todas las
niñas quisieran ser sus amigas, así que no tuvo problemas y disfrutaba de su poder, de
los regalos que le hacían las otras niñas y de las facilidades que le daban las profesoras.
No obstante, una vez llegaba a casa empezaba a quejarse de lo duro que era eso de la
educación y su familia, para consolar a su pequeña, le concedía hasta el más estrafalario
de sus caprichos.
La niña tuvo un poni cuando quiso un poni, consiguió el dormitorio más grande de la
mansión (el de sus padres) cuando descubrió que el suyo era ligeramente menos
espacioso, hizo que cambiaran la piscina tres veces (la primera, porque la quería con
forma de oso, la segunda porque ya era mayor y la quería cuadrada y la tercera porque
al ser cuadrada no podía hacer largos) y se fue de vacaciones a un exclusivo balneario
siempre que quiso desestresarse de su ajetreada vida.
Tuvo dos coches antes siquiera de poder conducirlos (y mejor no hablemos de cuántos
tuvo una vez se sacó el carnet), un chófer propio, consiguió sacar las mejores notas
untando los bolsillos de los profesores sin necesidad de estudiar, ir siempre por la vida
con un gran séquito de elegidas a su alrededor y, por supuesto, acudir al baile con el
chico más deseado del instituto, que finalmente no lo era tanto y por eso le dejó tirado
en medio de la fiesta y le robó su pareja a una de sus seguidoras cuando vio que recibía
más miradas de admiración que la suya.
Cuando llegó a la universidad, sus padres le compraron un apartamento cerca para que
no tuviera que compartir habitación. Fue en esa época cuando conoció al hombre con el
que decidió que quería casarse. Por desgracia, por primera vez en su vida no lo tenía
fácil, porque él no estaba interesado y no cedió a sus intentos. Como era más rico que
ella, no le pudo amenazar con la ruina ni con el vacío social si la rechazaba. Cuando
probó tácticas más avanzadas, como difundir rumores falsos, él se limitó a desmentirlos
y siguió ignorándola.
Finalmente, fue a llorar a su padre y le exigió que le ayudara a conquistarle. Como
tantas otras veces, aunque pensó que no debería, no pudo resistirse a su niña y le
prometió que tendría lo que quería. Cuando las negociaciones con la familia no tuvieron
éxito, inició una guerra comercial que le hizo perder su credibilidad como empresario y
que acabó por ocasionar la quiebra de su familia.
Una vez que dejó de ser rica todo cambió a su alrededor y perdió su séquito. Sus
profesores ya no eran tan magnánimos y decidieron no seguir regalándole sus notas:
como no había tenido que estudiar en su vida, acabó por suspenderlo todo y ya no tenía
dinero para pagarse la carrera. Se vio, horrorizada, buscando un trabajo (nada que la
hiciera sudar, eso sí).
Pero ella no cejó en sus intentos y siguió exigiendo a su padre que todo volviera a ser
como antes, porque no soportaba la falta de sus cosas, de su casa, de su apartamento.
Finalmente, su padre estalló y la repudió.
Pero, aun sola y sin dinero, tenía un activo muy importante para desenvolverse por el
mundo: su belleza. No fue complicado engañar a unos cuantos nuevos ricos para que la
aceptaran en su círculo, y sus amantes le proporcionaban cuanto deseaba mientras
duraba su aventura. Ella esperó pacientemente hasta que encontró a un hombre lo
bastante rico como para ser digno de que considerara la posibilidad de casarse con él
pero lo bastante poco importante socialmente como para no saber qué había pasado para
que acabara en la ruina, y montó toda una estrategia para echarle el lazo. Esta vez, no
obstante, su estrategia funcionó y no tardó en casarse.
En su nueva posición, comenzó a tender sus redes y esperó pacientemente, a la espera…
La culpa de todo la tenía sólo una persona y la iba a hacer pagar pronto.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Este cuento está muy interesante y es precioso....pero el final no lo entiendo , como se supone que termina????


Un besiito , Lectora.

Déborah F. Muñoz dijo...

Pensaba que lo había expresado mejor...
Verás, ella siente deseos de venganza porque está convencida de que la culpa de su caída la tuvo el chico con el que quiso casarse en principio, así ha comenzado a prepararse y está buscando el momento oportuno para vengarse.
La idea era mostrar cómo hay personas que nunca aprenden la lección

Anónimo dijo...

Para vengarse de quién? De su padre?

Déborah F. Muñoz dijo...

del chico que la rechazó. Si te das cuenta, todos sus problemas empiezan porque no consigue lo que quiere con ese chico: la quiebra, el enfado de su padre... Y como es una consentida, no entiende que la culpa es suya y por eso culpa al chico. No sé si me explico... es que es muy psicológico XD