Charles,
Paliducho para todos sus conocidos, siempre había estado algo obsesionado con
los vampiros. Tanto, que llegó a conocer a algunas de estas criaturas y a
convertirse en su fiel siervo, a la espera de que le transformaran. Mientras,
tenía que seguir con su vida normal, a la espera de cumplir los dieciséis,
realizar su iniciación y convertirse en un inmortal. Sus amigos, Pete y John,
Oscurillo y Tristón para sus conocidos, también esperaban con ansia el momento
de su transformación y los tres habían preparado algo grande para ese día.
Extrañas coincidencias, los tres, apodados en conjunto el Trío de Raritos,
cumplían años el mismo día, nada menos que en Halloween, motivo por el cual se
sentían unos elegidos, y sería fácil realizar la iniciación un día en que la
fiesta podía encubrir sus actos.
No
eran muy populares, pero no necesitaban serlo porque en cuanto dieron la
noticia de que ellos se encargarían de organizar el recorrido del terror de su
instituto, todo el mundo se alegró. Después de todo, ¿quién mejor que el Trío
de Raritos, los obsesionados con lo oculto, para realizar la fiesta más
terrorífica?
Cuando
llegó el gran día, Paliducho, Oscurillo y Tristón, disfrazados de vampiros y
con un festivo gorro que indicaba que era su cumpleaños, se colocaron en la
puerta y recibieron a todos cuanto quisieron formar parte del recorrido del
terror. El misterio era máximo, ya que no habían dejado acercarse a nadie y, en
vez de pedir ayuda a los chicos de primer año, habían contratado a
profesionales para que formaran parte de la atracción, que desembocaba en el
gimnasio, donde habría una gran fiesta.
Algunos
privilegiados, como las familias del Trío y algunos de los chicos y chicas más
populares del instituto, fueron elegidos para vestirse con ropas ceremoniales y
fingir ser los sacrificios. Riendo, los primeros en entrar en la atracción
fueron los padres y hermanos, vestidos de blanco y por primera vez orgullosos
de los cumpleañeros. Les siguieron el resto de sacrificios, con ropas
ceremoniales de colores pastel, y luego el resto de los asistentes.
Curiosamente,
cuando llegaron a la fiesta no pudieron dejar de notar la ausencia de los más
populares, aunque por lógica debieron haber sido los primeros en llegar. No
obstante, pronto olvidaron ese pequeño misterio, porque un incendio comenzó en
la zona del escenario y las salidas de emergencia estaban bloqueadas.
Paliducho,
Oscurillo y Tristón escucharon complacidos los gritos de terror y dolor de los
estudiantes mientras se quemaban vivos y se dirigieron al auditorio, donde
esperaban sus sacrificios y sus futuros iguales, los tres vampiros de edad
indefinida que habían decidido acogerlos como siervos y, posteriormente, los
habían creído merecedores de la vida eterna.
Los
sacrificios vestidos de blanco, sus familiares, eran para ellos, y servirían
para calmar su sed una vez que la transformación se hubiera realizado
exitosamente. Los otros sacrificios, vestidos con colores pastel, servirían de
alimento a sus patrones, sellando así el ritual de iniciación que les
transformaría en sus iguales. Sólo dos de las victimas, una animadora y el
quarterback, eran inútiles, porque se habían drogado antes de ir a la fiesta y
su sangre estaba contaminada. A esos dos se limitaron a romperles el cuello en
el acto.
Sonriendo,
dejaron al descubierto sus cuellos y se dispusieron a intercambiar su sangre
con la de sus patrones, notando poco a poco cómo su fuerza y velocidad
cambiaban, su visión se hacía más nítida y su sed más apremiante. Luego, cuando
ya no pudieron soportar la quemazón en la garganta, se acercaron a sus
sacrificios, que les miraban con pánico y suplicaban clemencia, y sin el más
mínimo rastro de arrepentimiento clavaron con saña sus colmillos en sus
yugulares y comenzaron a succionar el precioso líquido, tirando los cadáveres a
un lado cuando se quedaban secos y cogiendo otro hasta que no quedó ninguno
más.
Saciados,
se miraron entre sí y sonrieron a sus maestros. Ya no serían nunca más
Paliducho, Oscurillo y Tristón. Ahora eran Maese Charles, Maese Pete y Maese
John.
Déborah F. Muñoz
Déborah F. Muñoz
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